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COVID-19 y escuelas: ¿están listas para abrir?

Actualizado: 28 feb 2021

En todo el país, la cuestión de cuándo reabrir las escuelas públicas se ha convertido en una cuestión muy controvertida. Lo más importante que los estudios al respecto demuestran, es que los estudiantes pierden terreno cuanto más tiempo están fuera de las aulas.

Foto referencial - stokpic / Pixabay


Adicionalmente echan de menos la seguridad de sus escuelas y de la capacidad de respuesta de sus funcionarios.


Lo que está particularmente en juego es la vulnerabilidad de los estudiantes de color de los principales distritos urbanos.


No existe un modelo único: se necesitan soluciones adaptadas a las necesidades locales, según aconsejan los expertos en educación.


Problemas para abrir


Louis Freedberg, director ejecutivo de EdSource, comenta que San Francisco le hizo un juicio a su propio distrito escolar para que abran, Los Angeles está intentando hacer lo mismo, al igual que un legislador republicano de Iowa. Chicago está en una gran batalla al respecto.


El gobernador Newson en California dice que las escuelas deben abrir aunque los profesores no estén vacunados, pero los sindicatos de profesores no quieren ir sin tener la vacuna.


Hay problemas de distribución con las vacunas, que son por cierto muy recientes. Todo esto termina generando un caos. “Se puede ver como fácil, pero hay mucha literatura sobre el tema y eso complica el debate”.


Adelanta que “Sabemos que a los niños sí les da el virus, aunque con menos frecuencia que a los mayores. Las investigaciones dicen que los pequeños que han tenido el coronavirus lo adquirieron en casa, no en la escuela”.


También le preocupa el impacto en los niños del aprendizaje a distancia. “Cuando vemos los resultados de la investigación sobre esto, encontramos depresión, ansiedad, estrés postraumático por el aislamiento”. Agrega que los padres la están pasando demasiado difícil con la incertidumbre y la pérdida de trabajo.


Además tienen problemas con las comidas. “En las escuelas pueden comer y no están asistiendo”, refiere.


Alerta que las infecciones y muertes han sido más altas en familias latinas y negras de bajos ingresos. Estos grupos tienen aún mas temor de enviar a sus niños a las escuelas.


Lamenta que también haya una brecha digital, ya que muchos no tienen acceso a una computadora o internet. “Se están tratando de distribuir miles de dispositivos además de facilitar acceso a internet. Evidentemente los más afectados son quienes tienen a la vez bajos ingresos y varios niños”.


Estudiantes afectados


Tyrone Howard, profesor de educación de la Universidad de California en Los Ángeles y director de Black Male Institute, considera que la apertura de las escuelas debe hacerse distrito a distrito, ya que implica decisiones a diferentes niveles.


“Lo primero es el bienestar social y emocional de los estudiantes cuando podamos abrir, especialmente entre las comunidades latinas, indígenas y de color”, advierte.



En el sentido de las agujas del reloj, desde la izquierda: Louis Freedberg, director ejecutivo de EdSource; Tyrone Howard, director del Black Male Institute de la UCLA; Akil Vohra, director ejecutivo de Asian American LEAD; Karla Franco, madre de familia de Los Ángeles; Bernita Bradley, National Parents Union


El profesor Howard cita una investigación de la UCLA, enfocada en la salud y bienestar de los jóvenes. “La mitad de los adolescentes en California presentó en este último año problemas de salud mental. Uno de cada tres tiene un nivel de depresión tan alto que no le permite hacer su trabajo”.


También está la pérdida de aprendizaje, pero esto no se puede abordar sin priorizar el bienestar social y emocional de los estudiantes.


Otro reporte de Los Ángeles dice que la tasa de infección entre latinos ha subido mil por ciento desde noviembre. Hay niños que han perdido seres queridos. Algunas escuelas no tienen capacidad para invertir en consejeros, terapeutas, psicólogos. “No van a tener la capacidad de apoyarlos”.


Relata que el trauma lleva a unos a no querer involucrarse, a otros a ser más agresivos. Algunas escuelas no lo comprenden y terminan suspendiéndolos. “Ellos ya la están pasando mal y no podemos responder con castigos”, se lamenta el profesor.


“En comunidades de color hay temas de salud mental que no se tocan porque se piensa que no nos afectan, que no son reales. Creen que no está bien decir que uno no está bien. Es un estigma tener un problema mental, se refuerza la vergüenza al respecto”.


Y teme que esto se vaya a hacer más masivo, porque ya era un problema desde antes de la pandemia.


Las disparidades en grupos raciales son obvias. Por ejemplo, los estudiantes negros están más atrasados que los asiáticos.


Internet ha beneficiado a estudiantes blancos, pero la gente de color tiene menos acceso a estas oportunidades. Y todos se preguntan cómo se puede mantener la distancia social en un aula con 40 estudiantes.


“Vamos a necesitar escuela obligatoria durante el verano, instrucción individualizada, especialmente para aquellos que están aprendiendo el idioma; para quienes tengan necesidades especiales o para quienes estén atravesando cualquier otro problema en particular”.


Hay que lidiar también con el problema de las calificaciones. “¿Cómo se puede evaluar a un estudiante que ha estado ausente por tres meses? ¿Cómo calificar a alguien que no entrega sus tareas? Quizá no tienen acceso a internet o están cuidando a su hermano menor. ¿Se le debe dar una mala nota?”, se pregunta Howard.


Apunta que algunas escuelas optan por dar un paquete de trabajo adicional a los estudiantes para aprobarlos; pero esto no evita que haya baches en su aprendizaje.


¿Cómo involucramos a los profesores en esta conversación? “El plan para ellos no ha sido claro y la han estado pasando bastante mal. Tratan de hacer su trabajo; pero a la vez tienen a sus propios niños en casa, están cuidando a seres queridos. No se sienten cómodos ni seguros regresando a las escuelas”.


Los datos nos dicen que la instrucción en persona es mejor; pero también hay que reconocer que a algunos estidiantes les ha ido bien –e incluso mejor– con el aprendizaje remoto. Por lo tanto, este debe quedarse. Incluso es una alternativa para niños que sufren de bullying en las escuelas.


Asiático-americanos y sus problemas particulares


Akil Vohra, de Asian American Lead, alerta que “Tenemos que ayudar a los jóvenes asiático-americanos con oportunidades de liderazgo y con programas mentores”. Ellos trabajan en Washington DC, Virginia y Maryland con jóvenes API (asiáticos y de las islas del Pacífico).


“Hay comunidades sin guardería, que les falta trabajo o no pueden trabajar desde casa. Hay niños cuidando a sus hermanos menores o solos en sus casas. Esto está pasando en todo el país”, revela.


Recuerda que cansa mucho estar en la pantalla, para los niños es bastante difícil. Al no estar en el mismo espacio físico con el estudiante se pierden muchas cosas.


“También estamos viendo mucho estrés en los estudiantes. Hay que proveerles áreas para jugar”.


La retórica de que la pandemia se originó en Asia, se ha filtrado hacia los estudiantes API y se han convertido en objeto de ataques verbales e incluso físicos. “Los estudiantes escuchan cosas muy negativas hacia ellos”.


Los asiático-americanos mayores tienen menores conocimientos de inglés y por ello pueden tener menor acceso a los recursos disponibles para aliviar esta situación. También preocupa el riesgo de contagio para estas personas mayores.


Vohra recomienda que “Las escuelas, al abrir, deben tener la competencia cultural necesaria y para ello la agenda de equidad es clave. Si no, estos jóvenes serán marginalizados, se van a volver invisibles”.


Estudiantes negros: peor que antes


Bernita Bradley, de National Parents Union en Detroit, manifiesta su preocupación por la tradicional marginalización de los estudiantes negros, lo que los ha hecho más vulnerables durante la pandemia.


“Siempre han tenido mal rendimiento –señala-. Antes de la pandemia teníamos apenas al 16% de los estudiantes de tercer grado en el nivel que deben. Tras la pandemia, se desplomó a 7%”.


Necesitan más tiempo, porque durante la pandemia “Hemos visto que las comunidades con más recursos han logrado tener acceso al aprendizaje en línea. Pero por otro lado tenemos muchas madres y padres que ni lo intentan. Necesitan ayuda, porque a veces no tienen ni siquiera internet en casa”.


Ejemplifica con una situación: “Un niño en segundo grado, sin conocimientos tecnológicos, tienen que entregar un documento en línea. No tiene idea de cómo hacerlo. Unos niños tienen apoyo, otros no. Las familias negras no confían en la educación en línea”.


Refiere que hay profesores que simplemente dicen que no funciona, no quieren ni pueden hacerlo. ¿Su consejo? “Tenemos que reimaginar la educación. Incorporar distanciamiento físico, pero a la vez aprender más”.


Hay escuelas que abrieron durante el verano, supuestamente con protocolos definidos, pero hay niños que se contagiaron. Volvieron a cerrar y ahora están abriendo con planes, pero no los comunican.


Muchos padres están dispuestos a vacunarse, pero tienen miedo de vacunar a sus hijos.

En cuanto a la evaluación, cree que no puede ser la regular. “Hay que tener en cuenta la equidad, los derechos civiles”. Hay que repensar cómo se van a dar las clases en los próximos años. “Quizá necesitemos dos o tres profesores por clase, en lugar de uno”.


No estamos listos


Karla Franco, madre de Los Ángeles y líder comunitario, creer que volver a las escuelas no es seguro. “¿Cómo podemos controlar algo que no se ve? Nunca pudieron controlar lo que veían”.



Foto referencial - AkshayaPatra Foundation/Pixabay


Franco cita problemas como peleas, acoso, niños que llevan drogas o armas. “Nuestros campus nunca han sido seguros. Debemos reunirnos con los Distritos Escolares para que protejan a sus profesores, a todos”.


Destaca que “Si los niños llevan el virus a sus casas, ¿quién va a ser el responsable? Podemos controlar a los niños, pero no al virus. Y, ¿cómo le explico a un niño que no se puede acercar a otro?”


Otro tema importante es las ausencias. Muchos estudiantes entran a clases, pero no prenden la cámara y les colocan inasistencias. “El internet es muy lento y se recarga con la cantidad de niños conectados”.


Muchos padres no saben cómo usar los dispositivos tecnológicos, hay que instruirlos.

“Cuando nos quejamos con el Distrito Escolar, nos hacen sentir como sus enemigos. Son muchos los problemas que hay que poner sobre la mesa. Hay que tomarlos en cuenta, encontrar soluciones”.


Finaliza alertando: “Me dicen que las escuelas van a reabrir, y yo pregunto: ¿cuáles el plan de seguridad? No tienen respuesta. La realidad es que no están listos. No hay plan”.



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