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Daniel Arzola: un arte que grita “No soy tu chiste”

Actualizado: 14 jun 2020

Daniel Arzola es el creador de la campaña contra la homofobia “No soy tu chiste”. Es una impactante creación visual acompañada de contundentes frases que se viralizó y le ha dado la vuelta al mundo. Está basada en la psicología del color y busca sensibilizar sobre la comunidad LGBTI.


Foto: Ernst Coppejans

La campaña ha sido difundida en Facebook, Tumblr, Twitter, así como también gracias a diversos medios de comunicación en Latinoamérica, como la revista “Estampas” y el Papel Literario del Diario El Nacional, ambos medios de Venezuela.

Además, estuvo presente en el diario Página 12 de Argentina. Medios de comunicación de Europa también le han dedicado espacios, como la revista austriaca Vangardist Magazine. La cantante estadounidense Madonna expresó por medio de su cuenta en Twitter que amaba este proyecto. El cerebro tras las frases y los colores

Arzola, quien vive en Santiago de Chile desde hace cuatro años, nació un 6 de mayo en Maracay, Venezuela. Tiene 30 años. Creció entre las poblaciones de Turmero y Choroní, además de su ciudad natal. Viene de una familia trabajadora.

Su madre fue “madre y padre, como la mayoría de las mujeres venezolanas que conocí”, nos comenta. Si bien dice que siempre soñó con ser artista, el primer indicio de su vocación fue encontrar echados en la basura algunos catálogos de un vecino que era pintor. Los recogía y se los llevaba a su casa.

–Me volaba la cabeza viendo esas cosas. En el lugar donde crecí, la cultura estaba demás. Aquello me hacía pensar que había algo más allá de lo que yo podía observar a simple vista. En donde vivía no había cines o teatros, no había bibliotecas. El conocimiento era un lujo.



Muestra en San Francisco, California - EEUU

Pero su ambiente no solamente era nulo en manifestaciones culturales: también era homofóbico. –Tuve las paredes de mi entorno rayadas con mi nombre e insultos. Recibía llamadas de amenazas en mi casa. Fueron años de acoso, de aguantar que la gente me dijera cosas en los pasillos de mi edificio, en las calles de mi barrio.

Hasta que un día, la homofobia se hizo agresión física.

–Cuando tenía 15 años, estos vecinos que me molestaban me amarraron a un poste eléctrico por diversión. Me rompieron mis dibujos y me apagaron dos cigarros en el cuerpo. Terminaron riéndose. Paralelamente, quienes lo rodeaban lo hacían sentir culpable. “Me preguntaban qué estaba haciendo yo para provocar este acoso”.

Su trabajo fue el único canal que pudo conseguir para dar cabida a todos esos sentimientos, lo que tenía que decir.

Una respuesta a la violencia Poco después supo del caso de otro joven de su ciudad, Angelo Prado, quien sobrevivió milagrosamente a un ataque violento motivado por homofobia. “Lo rociaron con gasolina y le quemaron el 60% de su cuerpo”, recuerda. Aclara que aún está vivo, porque las confusas informaciones del momento llegaron a señalar que había fallecido.


Historias como las de Daniel y Angelo se repiten mucho más de lo que imaginamos. Y se esconden. Solamente cuando alcanzan los titulares de prensa logran visibilidad, pero ya es tarde para las víctimas. Fue lo que sucedió con los emblemáticos casos de Matthew Shepard (Estados Unidos) y Daniel Zamudio (Chile). Ambos perdieron la vida como resultado de ataques homofóbicos similares a los aquí narrados.

–Cuando me quemaron no lo veía como algo sistemático, hasta que me enteré de historias como la de Angelo. Supe que más allá de la burla, había muchísima violencia. Así terminé creando “No soy tu chiste”.

Su medio es la ilustración digital por varios motivos. “Desde la falta de material en Venezuela y la escasez de papel, hasta el hecho de que comprarse un lienzo significaba 10 veces mi sueldo. Era mucho más fácil exponer y reproducir mi trabajo digitalmente”.

Pero el refugiarse en lo digital también fue una consecuencia de aquel ataque que sufrió. “Cuando me destrozaron mis dibujos sentí que lo perdí todo. Me sobrevino un bloqueo, pasé años sin dibujar”. Percibió entonces el medio digital como algo que no puede ser destruido, que puede volver a reproducirse. “Entonces, el espíritu de la obra es indestructible. A eso lo llamé ‘artivismo’, trascender en la sociedad mediante una expresión creativa”.

Más allá de las limitaciones

Se formó como diseñador gráfico en un tecnológico de Cagua (estado Aragua, Venezuela) y posteriormente como artista visual en la Escuela de Arte Rafael Monasterios de Maracay, capital del mismo estado. “No hablo mucho de estas experiencias, porque entré con ganas de aprender y había pocas personas que querían enseñar”.

Sin embargo, recuerda a su fallecido profesor Edgar Longart, quien lo invitó a hacer dibujo realista, proponiéndole que se alejara de su línea original de trabajo, que era básicamente manga y animé. También en la escuela de arte tuvo a otro profesor que lo influyó, Aquiles Ortiz. Le enseñó mucho de teoría del arte. “Creo que las universidades no hacen a los estudiantes, sino los estudiantes a las universidades, a las escuelas”.


Muestra en el subterráneo de Buenos Aires, Argentina

“Mi estética no tiene una razón de ser, no lo pienso. Simplemente es. Se trata de un producto de lo que yo quería decir a través de los colores, las formas y las palabras, de la manera más literal, como por ejemplo en ‘No soy tu chiste’, que tiene texto porque termino usando como una campaña las piezas de esta serie”.

Sobre “No soy tu chiste”, revela que nace a manera de respuesta contra la burla como sistema de violencia en Venezuela. “El humor como herramienta para deshumanizar y descalificar al otro, es brutal. Es algo que existe desde antes de que yo naciera y que sigue existiendo. Ojalá cambiara antes de mi muerte; pero no sé, no lo creo”.

Ante ese gran monstruo burlón que tenemos incrustado en el gentilicio, nace esta iniciativa. Percibe al arte como una conversación y es justamente lo que trata de hacer con su obra: comunicar, poner en nuestro lado de la balanza un argumento que no siempre tiene los espacios para existir.

–Cuando creces sin verte a ti mismo en la cultura, sin ver a gente como tú en los libros, en las películas, en la gráfica, en la música; si no se cantan historias de amor como la tuya, tu identidad crece fragmentada. Te sientes un extraterrestre. Trato de poner un punto a nuestro favor gráficamente. Que podamos reconocernos en la cultura, para mí es muy importante.




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