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Drogas sintéticas, un peligro para EE. UU.

La disponibilidad y el consumo masivo de potentes drogas sintéticas como el fentanilo, la droga más potente conocida por la humanidad; así como de las nuevas versiones más poderosas de la metanfetamina, como la P2P, están causando un problema creciente en Estados Unidos.


Ambas drogas están ahora disponibles de costa a costa como nunca antes. Las muertes por sobredosis aumentaron durante la pandemia de COVID-19, y en 2021, más de 100 mil personas murieron en EE. UU. por sobredosis. De ellas, unas 71.000 estaban relacionadas con opioides sintéticos, según el organismo gubernamental Centros Para el Control y Prevención de las Enfermedades, o CDC por sus siglas en inglés.



Mart Production - Pexels


Los niños y adolescentes que ingieren pastillas recetadas falsas y caramelos diminutos mezclados con fentanilo enferman gravemente o mueren cada semana en el país.


Mientras tanto la P2P, una metanfetamina muy fácil de producir, hace estragos en las calles y aumenta la adicción, los problemas graves de salud mental y la cantidad de personas sin vivienda.



Un nuevo peligro



“El fentanilo se usa desde el año 60 como anestesia. Escribí su historia en mi libro más reciente y recibí fentanilo durante una cirugía reciente del corazón”.


Así se expresa Sam Quinones, quien es periodista, ex reportero del LA Times y autor de cuatro libros de no ficción narrativa. Su obra más reciente, “The Least of Us: True Tales of America and Hope in the Time of Fentanyl and Meth”, fue publicada en 2021 y aborda el tema.


Según el vocero, “Había cirugías que no se podían hacer antes del fentanilo y ahora es posible”. El problema es que está siendo producido en grandes cantidades por traficantes en México.


“Estas bandas han migrado de las drogas tradicionales de plantas a las sintéticas, que se hacen en un laboratorio”, acota Quinones.


Explica que usan un nuevo método para fabricarla, con lo que logran cantidades nunca antes vistas y con mucha mayor potencia. Por eso están cubriendo todo Estados Unidos, desde Los Ángeles hasta Maine.


“Hacia el final del libro conseguí contactar a gente que me contó de las potentes psicosis que generaba esta anfetamina, aunque no estuve muy claro si esa era la razón. Ahora hay más especialistas estudiando el asunto, porque el cerebro humano nunca había sido expuesto a drogas de semejante poder”.


Cree que está contribuyendo mucho a problemas mentales, a dejar a la gente en la calle. Y asevera que eso no sucedía con tanta frecuencia hace apenas 10 años.


“Los usuarios quedan desesperados por la abstinencia. Aunque se les ofrezca rehabilitación o un hogar, las víctimas no responden. Están dispuestos a lo que sea para que no los separen de sus drogas”.


Dice que estamos ante un mundo nuevo. “¿Cómo se hace, cuánto se gana, cómo se trafica? Todo lo que pensábamos de las drogas y su tratamiento ha cambiado”.



Cómo llega a los consumidores



La distribución parte de la fabricación en México. “Antes se producían también en Estados Unidos, pero los costos de producción mexicanos son muy inferiores, por lo cual se apoderaron del mercado en el país”, de acuerdo al periodista. Se trafica a través de carteles, organizaciones pequeñas y familias que son parte del ecosistema de tráfico de droga.


“Mucho de esto pasa la frontera a través de carros o camones. También hay gente que la trae encima. Son cantidades imposibles de llevar en mochilas, estamos hablando de kilos y kilos. También las empaquetan haciéndolas parecer como drogas farmacéuticas”.


Las pastillas se venden en redes sociales y aplicaciones como el Snapchat. “Vi una protesta en Santa Monica (California), por parte de familias que perdieron a sus hijos como consecuencia de esta droga”. Señala que el problema se incrementó durante la pandemia, porque los jóvenes estaban confinados en sus casas. Snapchat dice que está haciendo lo que puede.




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“Las redes sociales se han convertido en lo que antiguamente era la esquina de la casa, incluso hay quienes ofrecen a través de estas plataformas el envío a domicilio. La producción es en números históricos y los traficantes lucen muy cómodos en las redes sociales”, advierte.


Hay una frontera de más de dos mil millas entre dos países con tratado de libre comercio. Según el vocero, no se chequea ni el 10% de los camiones que entran. “Tratar de incrementarlo sería paralizar la economía. Tampoco tenemos la capacidad de hacerlo.


Los traficantes saben todo esto y se las ingenian para introducir la droga”.


Remata acotando que ni siquiera la corrupción explica las cantidades que están entrando. “Creo que tiene más que ver con la cantidad masiva del comercio entre los dos países”.



En la sala de emergencias



John es un médico de urgencias de una gran ciudad al oeste de Estados Unidos. Accedió a hablar bajo condición de anonimato.


Trabajó en Chicago de 2013 a 2017 y luego se mudó al oeste del país. En aquellos tiempos y ciudad, vio mayor uso de heroína. Había pocas anfetaminas. Comenzó a ver sobredosis de fentanilos en personas que habían usado heroína, confirmado por laboratorios del estado. Esto fue hacia 2016 o 2017, cuando acota que muchas sobredosis eran accidentales.


“En el oeste hay más consumo de metanfetaminas, es una diferencia geográfica”. Cree que la falta de acceso a la heroína está llevando a la gente con adicción a consumir el fentanilo. Ha observado ese cambio en el último año.


“La morfina y la heroína, todos los opiáceos antes del fentanilo, se medían en miligramos. El fentanilo se mide en microgramos. Cuando lo usamos para fines médicos, es porque sus efectos son mil veces más potentes”, explica. Se debe aclarar que un miligramo es la milésima parte de un gramo, mientras un microgramo es la millonésima parte.


Por eso las personas que usaban la heroína caen en sobredosis muy fácilmente. El efecto es rápido, pero pasa también muy rápidamente. La utilizan en salas de emergencia por su velocidad de acción, pero la usan en dosis muy bajas porque es peligrosa.


“En las calles es muy difícil medir una dosis para que no se sobrepase y puede matar muy fácilmente”, alerta el vocero. “No existe un equivalente con las anfetaminas en cuanto a dosis”.



Consecuencias



Desde 2018 cada vez vemos más psicosis con metanfetaminas en las salas de emergencia. Las personas muestran paranoia.


“No quiero pensar en términos de esquizofrenia, porque esta suele ser desarrollada orgánicamente. Gritan, dicen que salen cosas de las paredes, sienten cosas dentro de sí mismos o en otros. No tiene que ver con los casos habituales de salud mental”, aclara John.


Las personas con adicción de opiáceos reconocen su problema, es más fácil que acepten tratarse. Sin embargo, los usuarios de metanfetaminas se rehúsan a reconocer que sus síntomas tienen que ver con la droga.



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“Sus respuestas son muy agresivas. Parte del motivo es porque ellos están en un estado de psicosis. Les decimos que la causa de eso es la metanfetamina, porque ellos antes eran normales, pero no lo aceptan”, la menta.


¿Hay posibilidades de recuperación? Para comenzar, John recuerda que con el fentanilo es muy fácil morir de una sobredosis, la cual produce un paro respiratorio. Sucede con mas frecuencia que con la morfina o la heroína. Así que el primer reto es sobrevivir.


La naxolona, conocida bajo la marca comercial Narcan de Emergent Biosolutions, es un medicamento con la propiedad de revertir las sobredosis de fentanilo y con ello puede salvar vidas.


Sin embargo, también provoca síntomas de abstinencia, como nauseas, vómitos, diarrea y sudor. “Hay que aclarar que este medicamento no trata la adicción, el cuerpo está acostumbrado al fentanilo y pide más de ese opiáceo”, apunta el especialista. “Tratamos esos desórdenes con metodona y otras opciones más recientes”.


Detalla que hay un programa efectivo con 10% de las personas, quienes van a un centro de tratamiento.


Pero su conclusión es sombría. “Las metanfetaminas son mucho más difíciles de tratar cuando causan la adicción. Es frustrante, nos sentimos impotentes. No hay un tratamiento como tal. Lograr un cambio en sus usuarios puede demorar años”.

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