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Estados Unidos envejece, ¿cómo lo enfrentamos?

La Oficina Nacional del Censo predice que, a partir de 2030, cuando todos los llamados baby boomers tengan más de 65 años, los estadounidenses de más edad representarán el 21% de la población.


Para 2060, casi uno de cada cuatro estadounidenses tendrá 65 años o más, el número de mayores de 85 se triplicará y el país sumará medio millón de personas con 100 años o más.



Pexels - Pixabay


El incremento de la esperanza de vida también ha impulsado el aumento de la población de edad avanzada. Ya es posible vivir mucho y bien, pero ¿en qué condiciones? ¿Cuáles son las expectativas de la calidad de vida para estos adultos mayores? ¿Qué riesgos enfrentan?


Estamos ante la generación de adultos con más expectativas de vida en la historia, pero ese es un terreno desconocido hasta ahora. ¿De qué manera se va a manejar?


El caso de California


California es el estado con mayor población de adultos mayores en el país. Por eso, está tomando la iniciativa en el cuidado de adultos mayores y discapacitados, especialmente teniendo en cuenta todas las amenazas que este grupo etario enfrenta en el momento actual. El 22% de los californianos tienen más de 65 años y el 70% de las muertes por COVID-19 son de personas de 65 años o más.


Los adultos mayores luchan contra múltiples virus, desde el COVID-19 hasta la gripe, además de la oleada de virus de invierno.


El Plan Maestro para el Envejecimiento de California se ocupará de la salud y el bienestar de los californianos mayores y las personas con discapacidades. Es un anteproyecto para preparar al estado ante los cambios demográficos que se avecinan. ¿Pueden

otros estados aplicar el modelo de California?


Adultos mayores y riesgos de salud


Tomás Aragón, oficial de Salud Pública del Estado y director del Departamento de Salud Pública de California, relata que recientemente se ha lidiado en todo el país con un aumento de enfermedades virales en todas las edades, a raíz del invierno.


Por lo tanto, esperan más dolencias respiratorias en lo que resta de la estación. Explica que el gobierno federal estableció un plan preventivo para enfrentar esta situación.


“Usualmente por esta fecha ya se ha presentado el pico de la temporada; pero la gripe e influenza siguen en aumento, así como las hospitalizaciones en esos temas, que se prolongan por mayor tiempo”, detalla el doctor Aragón.


Y previene: “El único factor de riesgo para complicaciones por COVID es la edad”.

En cuanto a la situación del coronavirus en California, afirma que se han suministrado exitosamente muchas vacunas de la serie primaria; pero asegurarse de que los mayores de 50 años estén al día con los refuerzos se ha convertido en un desafío.


“Solamente 30% de las personas elegibles mayores de esa edad han recibido refuerzos”, alerta.


“Por más que hayamos tenido un refuerzo o nos hayamos infectado, la inmunidad disminuye con el tiempo”, subraya.


El censo de los hospitales de ese estado indica que están ocupados al 120% de su capacidad, con pacientes de problemas respiratorios, o retrasados en otros cuidados de su salud. “Esto arroja un gran estrés sobre los hospitales, porque sus trabajadores se enferman y están agotados, lo cual trae escasez de personal”.


Su consejo para los adultos mayores: “Vacúnense, usen un buen tapabocas, vigilen la ventilación y aumenten las actividades al aire libre”. Adicionalmente hay que seguir lavándose las manos, cubriéndose al toser y practicarse la prueba en caso de tener algún síntoma.


También recuerda que quienes han sido diagnosticados positivos por el coronavirus deben permanecer en casa y recibir un tratamiento adecuado.


¿Quién cuida de ellos?


Susan DeMarois, directora del Departamento de Envejecimiento de California, pregunta: “¿Quién va a cuidar de los mayores en caso de una enfermedad? Probablemente una persona de su familia, más joven y que trabaja”. Los califica como “invisibles pero indispensables”.


Esta persona tendría que tomar tiempo libre para atender a un adulto mayor que tenga demencia u otro problema de salud.


DeMarois señala que proteger al adulto mayor en la familia también implica proteger al familiar que lo cuida. “Ese pariente o allegado es quien debe programar, por ejemplo, las vacunas. Y cuando hablamos de familiar, incluimos a la llamada familia elegida o por afinidad, no solamente a los parientes de sangre”.


Lamenta que los cuidadores reportando que tienen problemas para cumplir con sus tareas se hayan incrementado exponencialmente a partir de la pandemia.


“Debemos prevenir que se contagien de cualquier enfermedad, porque ellos también están en riesgo. Sus índices de salud han disminuido. Deben tener mayor acceso a las vacunas, por ejemplo”.


Reivindica los programas de vacunación a domicilio como una herramienta útil para que los cuidadores puedan suministrar este servicio a las personas bajo su responsabilidad, así como para que también ellos mismos se puedan vacunar.


También propone educar a las personas sobre los derechos que les asisten cuando toca cuidar de un pariente con problemas de salud, para que así puedan tomar el tiempo necesario.


Ser tomados en cuenta


Jessica Lehman, directora ejecutiva de la organización Senior and Disability Action, advierte que el COVID ha afectado a las personas con discapacidad. Recuerda cómo el virus afectó a los geriátricos, que colapsaron por la falta de personal. “Los residentes murieron en números masivos”.


Hubo un gran esfuerzo por hacer sentir a la gente que estos establecimientos volvían a ser seguros; pero quedó una gran división al respecto. Y con ello, se profundizó la sensación de falta de atención a personas mayores y discapacitadas.


Estos grupos demográficos suelen vivir con miedo, lo cual complica sus rutinas diarias. “No se reconoce que estas personas tienen riesgos”, detalla. Agrega que ven cómo el resto de la gente ha retomado sus vidas normales tras la pandemia, mientras ellos no pueden.


Otro aspecto sobre el cual alerta Lehman, es cómo los hospitales tomaban la decisión de a quién atender primero en tiempos cuando estaban colapsados.


“Darle prioridad a las personas que tienen más chance de vivir es anticuado; pero no todos reconocen esto”. Apunta que esta política discrimina a personas mayores y discapacitadas.

Apunta que, aunque ahora podemos esperar vivir por más tiempo, las expectativas de vida siguen bajando en las comunidades de color. Finalmente, recomienda utilizar el tapabocas en edificios públicos, para proteger a mayores y discapacitados.


Facilitar recursos


Ana Acton, quien es subdirectora de la División de Vida Independiente y Acceso a la Comunidad para el Departamento de Rehabilitación de California, se encarga de gestionar viviendas para grupos vulnerables.


Asegura que estas organizaciones tuvieron que cambiar su forma de trabajar a raíz de la pandemia. “Se debió incluir a discapacitados, personas con problemas de salud; incluso a jóvenes con discapacidad o alguna afección, que fueron impactados”.


Todos ellos se vieron afectados también por el aislamiento y la soledad, lo cual a su juicio sigue siendo un problema para la gente a quien se le dificulte salir por cualquier causa.


Los lugares de congregación, como iglesias, fueron también altamente afectados por estas circunstancias, lo cual restó una importante fuente de apoyo y recursos para las comunidades. La vocera afirma que todo esto sigue ocurriendo aún.


“Nosotros buscamos conectarlos con servicios, sea virtualmente o en lugares seguros”.

Estos servicios incluyen salud, comida y transporte. También han trabajado en compras de supermercados y en la entrega de comidas preparadas mediante protocolos seguros.


Acton llama a ampliar el acceso a la banda ancha de internet, así como a educar a la gente para usar esta herramienta tecnológica.


Los centros de vivienda independiente se han comenzado a ocupar de estas tareas adicionales, ampliando así sus servicios con el fin de brindar el mayor apoyo posible a estas comunidades. Una iniciativa que debería replicarse a nivel nacional.





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