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Niños y jóvenes: el nuevo hito de las vacunas



La vacunación de los menores entre 12 a 17 años se ha convertido en el siguiente gran hito para conseguir el control de la pandemia, tras haberse puesto por primera vez una vacuna contra el COVID-19 el 14 de diciembre pasado.


El virus se encuentra ahora entre las diez primeras causas de muerte entre los jóvenes. 22% en la actualidad contra el 10% de hace un año. ¿Qué riesgos especiales corren los niños y los adolescentes ante el virus, cuáles son algunas de las barreras que enfrentan para vacunarse, y por qué algunos padres dudan?



Imagen referencial - Meine Reise geht hier leider Ende. Ein Neustart beginnt auf / Pixabay


“El mayor problema para vacunarlos es el tiempo que les den a los padres en el trabajo” Esta afirmación pertenece al doctor José Pérez, Director Médico del Centro de Salud Familiar South Central de Los Ángeles.


Agrega que “Tienen empleos de bajos ingresos y es difícil tomar el día”. También recuerda que estas familias recién están de vuelta en el trabajo y los niños regresaron a la escuela hace poco. “Tomar medio día para ir a vacunarse puede ser un gran problema”.


Otro contratiempo es el transporte. “Muchos van en bus y pueden perder el día entero. En otros trabajos puedes pedir un par de horas e ir en carro, pero hay trabajadores que no pueden Deben escoger entre ir a trabajar o vacunar a sus hijos”.


También denuncia que la información en las redes sociales confunde. “Una paciente me consultó sobre si vacunar a su hijo le causaría infertilidad. Tuve que explicarle que no hay enlace alguno entre vacuna e infertilidad, según los estudios que se han hecho”.


Afirma que ser una persona de color lo ayuda a ser escuchado por ellos y animarlos a vacunarse. “Es bueno que escuchen nuestras voces en vez de esas del mundo del internet”.


También revela que muchos vacilan por ser indocumentados, tienen miedo del gobierno. “La administración anterior complicó la obtención de documentos y muchos no quieren poner en peligro su situación migratoria”, lamenta Pérez.


Algunos de ellos no tienen seguro de salud. Otros ni siquiera saben que pueden recibir vacunas gratuitas.





Los riesgos





La Dra. Grace Lee, Jefa Médica Asociada para la Innovación de la Práctica y Médica de


enfermedades infecciosas en Stanford Children's Health, asegura que “No les hemos prestado atención. Se habló de 4 millones de niños contagiados, pero el Centro para el Control de las Enfermedades (Centres for Disease Control, CDC) estima que hay un sub-registro”.


Agrega que se han reportado más casos hace pocas semanas y esto se debe a que los niños están regresando a la escuela.


Alerta que el 60% tienen condiciones de alto riesgo como obesidad, asma o diabetes. También hay quienes están en terapias de cáncer y quizá no respondan a las vacunas. No podemos predecir quién va a estar más afectado por esta situación.


También es común que existan casos asintomáticos, pero ellos también pueden transmitir.


La doctora Lee alerta que hay que proteger a los miembros de las familias que no tienen capacidad de responder a esta infección o que no pueden tomar las vacunas.


Refiere que se aprobaron ensayos clínicos para la vacuna de Pfizer y dio buenos resultados entre 12 y 15 años. Tuvieron efectos secundarios como fiebre, dolores de cabeza y en el brazo. Son síntomas que no duran mucho y hay que esperar a que desaparezcan, al igual que en los adultos.


En cuanto a niños menores de 12 años, la especialista explica que se están haciendo ensayos para identificar la dosis correcta. Pfizer y Moderna son las más avanzadas al respecto. Las proyecciones a nivel nacional dicen que quizá para el otoño se puedan suministrar.



Imagen referencial - CDC / Pexels


Lamenta que en todo EE. UU. haya desproporción de niños negros e hispanos hospitalizados y respecto a las cifras de fallecidos, dice que “ Los números no parecen mucho; pero si fuera tu hijo, esa persona es importante para ti”.





Madres desconfiadas, un problema





Matthew Simonson es investigador del proyecto Covid States y autor principal del informe "Vaccinating America's Youth", concuerda en que “Es difícil cubrir esto, porque la información se modifica permanentemente. Estamos frustrados como científicos, como país, como mundo. La verdad cambia ante nuestros ojos a cada momento”.


El Proyecto de Los Estados de COVID, de Harvard Northwestern University, está desarrollando unas encuestas con 25 mil estadounidenses una vez al mes desde que empezó la pandemia. “Preguntamos si usan máscara, si creen que esto es una conspiración”.


Hicieron un reporte en mayo sobre las actitudes de padres y madres ante las vacunas. Descubrieron que hay una brecha entre género y edad. “Muchas madres jóvenes no quieren vacunarse ellas mismas, ni tampoco vacunar a sus hijos”, revela Simonson.


Generalmente, padres y madres se vacunan primero antes de vacunar a los hijos, según vieron en el estudio de febrero.


La muestra fue dividida entre un grupo de padres y madres de hasta 35 años y otro de 36 o más. Más o menos 1 de cada 3 madres más jóvenes se inclinan a que es poco posible que vacunen a sus hijos. Eso no ha cambiado desde el mes de febrero.


En contraste, la resistencia entre los padres es de 10 a 15%. Y tiende a bajar. De hecho, hace cuatro meses la cifra era de 14% y cayó al 11% en mayo.


La brecha de género es importante, porque las madres están más involucradas en las decisiones de salud de sus hijos. Esto explica la persistencia del escepticismo al respecto.


“En cuanto a lo racial, queremos que las familias afroamericanas y latinas –que están aproximadamente al mismo nivel– alcancen a las familias blancas en porcentajes de vacunación. Los blancos son menos desconfiados respecto a ellas. Los asiático-americanos también tienden a ser pro-vacuna, aunque no se pueden hacer generalizaciones”, resume el científico.


Hay también brechas socioeconómicas, según él. Las familias que ganan más de $150 mil al año son más inclinados hacia las vacunas.


También hay un componente educativo en la decisión. “Quienes solamente son graduados de secundaria, se resisten a la vacuna. Los graduados de niveles universitarios son más pro-vacuna”. Mientras menor es el nivel educativo, más resistencia hay a la vacuna.


Encontraron que los padres de adolescentes son menos resistentes a la vacuna que los padres de pequeños.


Advierte que las madres muchas veces tienen como principal fuente de información a otras madres como ellas. “El problema de la mala información en las redes sociales es que la gente la repite y se la creen. El efecto se amplifica”.


Curiosamente, muy poca gente se resiste a la vacuna por motivos religiosos. “Apenas dos respuestas entre trescientas nombraron este motivo”, agrega Simonson.


Las causas para no querer vacunarse pasan por miedo a las agujas, a los efectos secundarios y a largo plazo, no creen que funcione o no confían en el proceso de aprobación porque lo perciben como muy apresurado.





El vaso medio lleno





“Esperamos que este esfuerzo de educación que estamos haciendo, nos lleve a que las personas se vacunen. Estamos chequeando todas las herramientas para poder brindar el máximo acceso y vencer esta pandemia”, comparte el doctor José Pérez.


Se están enfocando en la educación de adultos, ya que los niños siguen el liderazgo de sus padres porque son menores. Pero según el especialista, los adolescentes latinos que están muy metidos en redes parecen tener mejor información que sus padres y están ayudando a educarlos.



Imagen de Katja Fuhlert en Pixabay


En el hospital donde trabaja el doctor Pérez, el acceso es fácil por transporte público, y entre la data que se recolecta de quienes se van a vacunar destaca la raza, algo que muchos han pasado del largo para los registros.


También muchos jóvenes están colaborando para que sus abuelos se vacunen. “Esos pacientes son los que menos saben de tecnología, les piden ayuda a sus nietos”, según Pérez.


Al respecto, coincide el doctor Simonson, quien afirma que “Los adolescentes tienen la capacidad de persuadir a sus padres y no tienen la misma brecha de género que estos. Tienen ganas de recibir las vacunas y no tienen tantas dudas. Muchos adolescentes pueden salvar a sus padres de ese intento de protegerlos”.


“Sí hay formas de vacunarse, como los centros ‘pop ups’, que aparecen en diversos lugares, incluso en las escuelas”, dice Pérez. Para el momento de publicarse esta nota, ya se están vacunando estudiantes.


La doctora Grace Lee concluye: “Tengo 2 niñas, una totalmente vacunada y otra esperando la segunda dosis. Los animo a todos a vacunar a sus hijos. Permite que puedan participar con más confianza en sus actividades”.



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